La semana en que por primera vez me siento un empresario.

Son las seis y media de la mañana y estoy escribiendo estas líneas mientras me desplazo a casi trescientos kilómetros por hora en el AVE hacia Barcelona.

He cogido el primer tren porque a primera hora tengo una reunión importante y necesito estar a las nueve de la mañana en un despacho en casa de un amigo en Barcelona, donde tendré buena conexión a internet.

En la reunión de hoy se hablarán temas que implican contratos grandes y colaboraciones importantes y he estado preparando los puntos clave para la negociación hace un momento, justo después de hacer unas facturas que tenemos pendientes de pago, de tres empresas diferentes.

 

De hecho, he terminado con una de las facturas y he tenido que mandar un correo a la directora de una empresa porque me he dado cuenta de que hay otra factura de una cantidad importante pendiente de pago desde hace más de dos meses.

Revisaba mi Slack y veía que tengo pendientes más de 40 mensajes pendientes de contestar de diferentes colaboradores que requieren cosas y me he sorprendido. En lugar de ponerme a trabajar, he hecho algo mucho más productivo: hacer introspección. Ponerme a escribir estas líneas y darle una vuelta a todo esto.

 ¿Qué cojones? ¿En qué momento mi vida ha pasado a ser así? Miro alrededor y en estos momentos veo a personas atareadas, que parecen no tener tiempo para nada, hace un momento los personajos que tenía detrás hablaban de que ayer estaban en Ginebra, hoy se mueven a Barcelona y a finales de semana tienen que volver a Italia…

Yo esta semana he cogido varios aviones, trenes, buses, taxis y me he codeado con personas muy variopintas…

Un repaso a la última semana…

Hoy es martes y si le doy un repaso a la última semana, veo que el martes de la semana pasada terminé el día dando una formación sobre fotografía de Stock después de varias reuniones y horas y horas de trabajo, el miércoles a primera hora volaba a Sevilla, para verme con un amigo de infancia que mueve millones de euros al mes en materias primas, el cual me presentó como su primer socio -es cierto, de chavales montamos un par de proyectos juntos-. El jueves conocí la ciudad con una amiga -se come bien en Sevilla, aunque no hay manera de encontrar un sitio en el que te hagan un café decente-. El viernes salía de madrugada hacia Málaga y me quedé atrapado en el tren varias horas por una avería y llegué tarde a la reunión que tenía con Freepik.

Buenas vibras en Freepik

Un meeting que merece un capítulo aparte. Freepik es una de las empresas más importantes del mundo del sector de la fotografía de Stock, con la que colaboramos desde hace años desde Stockeros y que ahora estrecha la relación con nosotros. Es un gigante nacido en Málaga y como el sábado tenía un evento sobre emprendedores en la ciudad, les contacté por si querían hacer algo y nos conocíamos presencialmente.

A mi llegada (dos horas tarde) me recibió la plana mayor de la empresa, que habían ido a trabajar a las oficinas un viernes únicamente por nuestra culpa. Kike (socio y amigo)  venía en otro tren desde Madrid, pero llegaba al mediodía, para la hora de comer.

Con lo que cuando llegué a las oficinas estaba yo solo y la primera parte del evento la atendería por mi cuenta. Me recibió en la calle Berta, la manager de marketing y la persona con quien tengo más contacto en la empresa. Al subir al imponente edificio me presentó a toda la plana mayor -he de decir que todos ellos eran gente joven, maja y con buena vibra-. Las oficinas eran las de la típica empresa tecnológica que despunta: sofás por todos lados, mesa de ping pong, futbolín y sala de juegos, todo decorado con mucho gusto y en un ambiente de colegueo continuo entre todos los empleados. Sin despachos aparte.

Me presentó a un par de decenas de personas mientras hacíamos un tour por todas las secciones de las oficinas -es enorme el sitio y tienen centenares de empleados-. Mientras Berta y el equipo de Freepik me explicaban como funcionaba todo aquello -en realidad fue muy interesante-, teníamos a dos personas con cámaras grabándome para hacer un reportaje en video de la visita (que publicamos pronto en el canal de youtube). En la zona de fotografía fue donde más disfruté, era como un parque de atracciones para un stockero. Un equipo entero a disposición para producir cientos de imágenes de la manera más eficiente posible. Me mostró la sala la jefa de producción, Elena. Una fotógrafa que molaba muchísimo. Allí el ambiente era otro, tatuajes, piercings y gente vestida rara, se respiraba arte (me sentía más en mi salsa).

Después del Tour, la explicación y presentarme a uno de nuestros “fans” -así me presentaron a un fotógrafo becario que resulta que es alumno nuestro de la Academia de Stock y que estaba nerviosísimo al conocerme pero que cuando se relajó era un chaval muy majo-, subimos de nuevo a las oficinas y me presentaron a los dueños y fundadores.

Dos tipos en chanclas y con pinta de ser muy muy listos con los que estuve hablando un buen rato y me explicaban que envidiaban mi vida viajando en una furgo destartalada y en sitios caribeños -hace un año y pico habían hecho pública la venta de una gran participación de la empresa a un fondo de inversión sueco que les debería haber hecho una transferencia de nueve cifras a su cuenta bancaria personal-. La verdad es que me sorprendió la naturalidad con la que hablamos de cosas muy interesantes. Creo que es la primera vez que estrechaba la mano a cienmillonarios.

Llegó Kike al mediodía y nos fuimos a comer con la directiva de Freepik a un restaurante en el que había empresarios y políticos -alguno famoso- por todos lados. Por la tarde seguimos grabando y para cuando llegamos al Airbnb estábamos los dos sin energía. Pero había que ir a recibir a Pedro, otro de mis socios y amigo, al que desvirtualicé después de más de dos años de tener una empresa en común.

El evento de la Escuela de Nómada Digital

El sábado madrugón y al evento de la END, donde Antonio G (otro de mis socios en otra de las empresas) dirigía el cotarro. Por la tarde yo tenía que dar una ponencia sobre marketing digital y membresías. De las primeras que he dado en público.

 

Durante todo el día asistimos a varias charlas sobre negocios digitales interesantes y en los pasillos terminamos reuniéndonos con varios emprendedores importantes -algunos acababan de contar que facturaron más de un millón el último año-. Di mi charla bien a pesar de que me falló el mando con las diapositivas y que la persona con la que compartía escenario falló a última hora por COVID. Me hubiera gustado tener más seguridad en el escenario, pero estuve resolutivo y divertido -luego Kike dio la suya y nos mostró a todos cómo se hacen las cosas-.

El día fue muy interesante y terminó a las doce de la noche entre reuniones y networking. Nuevos contactos y personas que nos pedían fotos -es algo que se me hace rarísimo- y consejos.

Caí en la cama muerto a las dos y media de la mañana, dormiría menos de cuatro horas, porque tenía que ir al aeropuerto a pillar otro vuelo a primera hora hacia Madrid.

Madrid, libro y cura de humildad

El domingo comienza en el aeropuerto de Málaga, donde vi terminar de salir el sol. Avión de Iberia a Madrid y bus a la Cibeles, donde me esperaba mi amigo Jesús, un emprendedor viajero de la ciudad con el que coincidimos y aprovechamos para vernos antes de la presentación de mis libros en la feria del libro de Madrid.

Fuimos a desayunar algo y charlar de muchas cosas hasta que llegamos a la caseta de la editorial Doce Calles, donde mi editor y otra autora -Azu, que también está en la comunidad de AlternaTribu- me esperaban. Comemos tarde juntos y nos vamos a la feria, donde recibo una cura de humildad grande, pues apenas vino poca gente a verme en las cuatro horas que estuve en la Feria luchando contra el sueño acumulado en los últimos días.

Finalmente llega Santi Núñez (el mejor fotógrafo de Stock que conozco y otro de mis socios y amigo). Enfilamos hacia Rivas para cenar algo rápido y caer muertos en la cama.

Dormía de nuevo en un sofá -en Málaga había dos camas y un sofá y me sacrifiqué por el equipo-, esta vez el de Santi era Sofá/cama, pero estamos tan cansados que no encontramos la pata que sostiene una de las partes y en la noche pasa lo evidente: me muevo mientras duermo y el sofá vuelca, me meto un guarrazo contra un radiador y me despierto sin saber dónde estoy ni entender qué acaba de pasar. Estuve descojonado de la risa casi dos horas. Otra noche sin dormir.

El lunes por la mañana hay que levantarse temprano, tenemos una reunión con un posible inversor de un proyecto que estamos haciendo en Costa Rica. Termino la reunión y la empalmo con otra con los socios de otro proyecto que estamos lanzando a los dos días. De la que tengo que salir a toda prisa porque aprovechando que Santi tenía un compromiso, al mediodía yo he quedado para comer con un amigo de Estados Unidos que está de visita por Madrid con su pareja, se acaban de comprometer y van a todo trapo.

Después de liarme con el metro de Madrid y tener varias reuniones con el equipo mientras viajo, llego a uno de los hoteles más lujosos que he visto en los últimos años -la habitación más barata costaba ochocientos euros la noche, el sitio era imponente-. Me encuentro con Raygan, un contable de Atlanta con el que hice amistad años atrás entre tiburones -de los de verdad, nos conocimos haciendo buceo en Little Corn Island, Nicaragua- y con el que posteriormente me asocié -un socio más- para la exportación y distribución de hamacas en Estados Unidos.

Por la tarde me reencuentro con Santi, nos vamos a cenar tranquilamente y terminamos en otra reunión con Kike, decidimos que llame a un contacto en Costa Rica y se viene otra reunión, esta vez en inglés, que deriva en otras dos reuniones agendadas para esta semana.

A las once de la noche de ayer estaba escribiendo correos porque no había tenido el tiempo humano para hacerlo, de nuevo he dormido apenas unas horas antes de coger otra vez el transporte que me lleva a lo siguiente.

¿En qué momento me convertí en este empresario?

En mi cabeza sigo viviendo en chanclas, en el Caribe, viajando por el mundo y disfrutando de la vida mientras hago fotos y escribo libros.

¿Sabes qué?

Hace poco más de un mes llevaba tres meses como te acabo de describir –en chanclas, haciendo fotos y escribiendo libros en el Caribe– y me sentía realizado y encantado con lo que hago.

Pero ahora que estoy haciendo otras cosas que parecen más importantes y serias -creeme que no lo son- también me siento realizado y encantado con lo que hago. Sí, a pesar de dormir poco.

No sé si soy un emprendedor, un empresario, un fotógrafo, escritor, viajero o un perroflauta pero me da lo mismo.

Me flipa lo que hago y aunque a veces -son pocas- vaya con la lengua fuera, me lo paso genial con la vida que tengo.

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Ya somos más de 7.000 personas que nos dejamos de hostias y hacemos cosas.

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