Detesto el invierno. Acabo de regresar de Tailandia donde literalmente estaba en una playa tropical de arena blanca y aguas turquesas nadando casi en solitario y tostándome al sol. Para llegar a mi pueblo, cerca de Barcelona, donde hace un frío que pela y la gente está deprimida.

de verano en invierno
Hacía cinco años que no venía en invierno, que no pasaba una Navidad con la familia al completo. Y antes de esas navidades, hacía otros tantos años que no regresaba con el frío. La verdad es que se me había olvidado. Uno de los motivos de escribir este post es justamente esto: para acordarme que no me gusta el invierno. Que no se me vaya a olvidar de nuevo.
Moscú desde Tailandia, nos querían matar de frío
Mi vuelo desde Bangkok hacía escala en Moscú, donde evidentemente en diciembre hace un frío terrible. Al aterrizar ya vimos que estaba todo, absolutamente todo, nevado. Llegamos en medio de una “pequeña” nevada que lo estaba dejando todo blanco.
Al pasar por la pasarela del avión el contraste de temperatura era brutal. Todos nos pusimos a hacer fotos con el móvil desde las ventanas. En el vuelo iban unos cuantos tailandeses que no deberían haber visto nieve en su vida y estaban alucinando con el espectáculo natural. Yo también hacía mucho tiempo que no veía nieve y me entró una pequeña nostalgia. Debo reconocer que de niño me lo pasaba bomba en la nieve.

esta era la vista que teníamos al salir del avión
En el aeropuerto me esperó una escala de cuatro horas que aproveché para revisar y corregir el libro que he escrito en Tailandia. En las pantallas del aeropuerto mostraba la temperatura: estábamos a -4°C.
No paró y la nieve empezaba a acumularse en las ventanas y encima de los vehículos estacionados por las pistas, de las cuales no se distinguía ni una sola línea de indicación o carril. De hecho, una de las cosas que más me sorprendió es que los aviones pudieran aterrizar y despegar en esas condiciones, porque el tráfico no disminuyó en absoluto; aunque sí que era totalmente caótico, los vehículos iban y venían sin ningún sentido, de todos lados.
Supongo que deben estar más que acostumbrados a la nieve constante y están preparadísimos para ello, además en enero y febrero debe ser muchísimo más duro el clima. Pero estoy seguro que la misma nevada en Barcelona lo colapsaría todo.
Para cuando llegó la hora de coger el avión de regreso, estábamos a -7°C y el manto blanco había crecido varios centímetros. Hice la cola de embarque de los primeros, no éramos demasiados pasajeros. Una vez pasábamos el control de embarque, unas escaleras nos dirigían a… ¿¡La pista!? Sí sí, a la puta pista congelada y en medio de la nevada.
A caminar hacia un autobús heladísimo que nos llevó durante veinte minutos a través de la nieve a buscar el avión. Para cuando llegamos al sitio, nos bajaron en medio de la nevada pista de nuevo para que subiéramos a un avión que estaba cubierto de nieve. Estuvimos varios minutos haciendo fila para poder montarnos. Cómo era lógico, no llevaba absolutamente nada de ropa adecuada para el clima, ni yo ni otro pasajero que venía… ¡En chanclas! Pobre chaval, tenía los dos pies medio vendados y venía sin zapatos ni calcetines. Pero es que dentro del avión también hacía frío… Tardó un buen rato en calentarse.

Esperando en el avión bajo la nieve

La ventana del avión en unos pocos minutos
Una de las cosas que me sorprendió más fue que el avión se dirigió hacia una especie de tren de lavado, donde una grúa con un operario quitó toda la nieve de encima gracias a un cañón de agua y espuma a presión.
Yo soy de clima mediterráneo y tropical
Desde pequeño que me gusta mucho más la playa y el calor que la nieve y el frío. A pesar de que me he criado en una zona en la que no tenemos playa –aunque está cerca- pero sí montaña.
Disfruto muchísimo de los espacios abiertos, de la vida en el exterior, comer en terrazas o hacer actividades a fuera. De los días larguísimos, cuando son las 21:00h y todavía brilla el sol, los días largos son el mejor invento que se haya podido hacer.
Pero es que además de mi propensión al caluroso verano, se añade el punto de que hace años que vivo en un país tropical, donde hace siempre calor. Donde incluso a veces hace demasiado calor, pero lo soporto muchísimo mejor que el frío. Me he tropicalizado totalmente.
Pero es que el invierno con calor es mejor: Hace unos años mi hermana y mi cuñado vinieron a verme por Navidades y se lo pasaron genial. Celebramos el fin de año en la playa y la noche buena encima de una tabla de Paddlesurf.
Mi armario ya no tiene ropa de invierno
Al llegar a casa de mi madre, lo primero que hice fue buscar ropa que me abrigara. Pero me di cuenta de que ¡Ya no tengo nada de ropa de invierno! No tengo ni idea de qué hice con mi ropa invernal, me suena que en uno de los traslados regalé la mayor parte de ella.
El caso es que tuve que poner patas arriba todo para conseguir rescatar un abrigo y algo de mi ropa de invierno. Ni idea de donde está el resto, pero por lo menos tengo lo justo para sobrevivir este mes.
Me marcho antes de lo previsto para el trópico
Mi intención era quedarme casi un mes después de navidades y así pasar unos días más en familia, pero ya tengo clarísimo que no, que prefiero volver al calor cuánto antes. Todavía no tengo el billete, pero estoy pensando incluso de irme antes de fin de año.
Ya volveré cuando haga calor.
Lo paso mal durante el invierno
Supongo que será porque hace mucho tiempo que no pasaba frío y no estoy acostumbrado a lo que significa el invierno en Europa, pero me ha venido de golpe y no puedo con ello.
La gente está deprimida porque no sale de sus casas por gusto, no hay apenas luz diurna y en la calle se está incómodo. A causa del frío nos duele el cuerpo, a mí me duele especialmente una rodilla, que tengo jodida de hace años pero que con el frío se resiente más.
Para colmo me he constipado totalmente y llevo unos días que me los paso entre estornudos, mocos y dolor de cabeza. Lo que hace que sea muchísimo menos productivo y me cueste horrores concentrarme.
En las mañanas me cuesta muchísimo salir de la cama, porque a fuera hace un frío terrible. Con que me levanto más tarde de lo que estoy acostumbrado (me tiro casi media hora cogiendo valor para salir).
Pero es que además la vida social se reduce muchísimo en invierno, la gente no tiene ganas de salir ni de hacer nada y a mí también me cuesta mucho más. Con lo que al final repercute en que tengo mucha menos vida social.
Al final el invierno hace que pierda el sentido venir a ver a la familia y amigos, porque no veo apenas a nadie porque les cuesta y no quieren apenas salir de sus cuevas, tengo frío y encima lo paso mal.
Prefiero aprovechar para estar en otro lado, donde puedo disfrutar del clima que a mí me gusta y ya vendré a ver a la familia y amigos cuando haga más calorcito y la gente esté de mejor humor.
El invierno es un muy buen momento para viajar a países tropicales

De enero a marzo es el mejor momento para hacer un viaje a cualquier país tropical. Es cuando la temperatura es menos agresiva, hay muchísimo menos turismo y en consecuencia todo es menos concurrido, más barato y con mejor atención.
En muchos países tropicales puedes vivir en una buena habitación de un hospedaje por unos 240euros mensuales (menos incluso en muchísimos países) y comer bien por 5/6 euros diarios. Vivir bien en el trópico y pasar los inviernos en una preciosa playa puede costarte menos de 500 euros mensuales. ¿Qué estoy haciendo aquí?
Familia y amigos de Barcelona, os quiero muchísimo, pero prefiero quereros en verano.
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