Estoy esperando al ferry. Este trayecto lo he hecho decenas de veces, pero hoy presiento que va a ser especial.
La isla está tapada por nubarrones negros, allí debe llover con fuerza. Hace un rato asomaba el arcoíris detrás de una nube. ¡Qué bonito!
Hace viento y el oleaje es tremendo, he vista al mediterráneo enfadado menos bravo que lo que veo hoy. Parece mentira que esto sea un lago.
Me he equivocado y resulta que tengo cupo en el ferry que va a San José del Sur en lugar de Moyogalpa.
Es la primera vez que hago el trayecto con mi vehículo y ni se me ocurrió preguntar. Normalmente llego y me subo al primer barco que salga.
Menos mal que, en realidad, me viene mejor, queda más cerca del punto donde está la escuela de KiteSurf.
Ometepe es especial, en esta isla me ha pasado de todo.

Lo primero que me viene a la cabeza es que aquí conocí, de casualidad, a la que fue mi pareja por años. Ella viajaba con dos amigas y yo estaba cenando en la mesa de al lado de aquel restaurante mediterráneo.
En una de las venidas me tuve que quedar del otro lado porque el volcán Concepción empezó a escupir cenizas. Los terremotos se sucedían por varios días y no permitieron a nadie ingresar.
En otra, bloquearon todos los barcos y no había cojones de salir. Antes era una locura esto.
Lo que pasó es que un capitán loco naufragó en la isla de Little Corn Island transportando a un grupo de turistas, murieron trece costarricenses. El estado decretó algo y pararon todo el transporte marítimo y fluvial para inspeccionarlo.
No había ni un solo barco de la isla que cumpliera la normativa -que ya os podéis imaginar cómo de laxa es-.
Eso era un desastre. Uno de los barcos tenía un agujero por el que entraba una moto -literalmente- y que habían tapado con madera y cemento. Ninguno tenía salvavidas homologados, llevaban hasta diez veces la capacidad de carga de pasajeros permitida… Era todo un caos.
Tardaron dos días en encontrar algún barco que pudiera navegar cumpliendo normativa y nos habíamos acumulado tanta gente a la espera de volver, que hacía turnos dobles para poder sacar a todos los visitantes.
Allí se dieron cuenta de que el problema era que con el precio del pasaje de ese entonces era imposible cubrir gastos si se limitaban las plazas al número permitido por ley. Con lo que tuvieron que triplicar el precio del pasaje.
En el viaje de ida de esa vez, que había ido con una amiga que andaba de visita, grabé un video con el móvil en el que teníamos los pies con un palmo de agua en la cubierta. Había dos personas que su trabajo era achicar agua con cubos hacia el lago de nuevo.
Literalmente el barco se hundía en el trayecto, de lo que se trataba era de llegar a tiempo antes de que el hundimiento fuera irremediable.
Son cosas que uno no cree hasta que las vive. Años atrás tampoco había inspección vehicular y en los buses escolares podíamos ir en el techo amontonados. Una vez en un bus en el que iba se quedó sin frenos y el cobrador saltó por la puerta en marcha, pero eso es otra historia.
La de hoy va de barcos.

¡Qué inconsciente, escribiendo esto justo antes de montarme en el barco, no?
No pasa nada, ahora está todo regulado y es seguro…
El lago tiene otra peculiaridad, que es única en el mundo. Además de la isla de Ometepe, que es la mayor del mundo en agua dulce y uno de los sitios más fértiles de la tierra.
El lago está lleno de tiburones toro.
Bueno, lleno lleno, no. Ahora ya no.
Pero había tantísimos que hace medio siglo los chinos instalaron una industria pesquera de tiburones y los exterminaron.
Cuando terminaron con todos los tiburones, se marcharon y cerraron la industria pesquera.
Ahora vuelve a haber. Pero poquitos y no hay historias de que se coman a nadie y jamás han atacado a una persona haciendo kitesurf, eso se hace en la orilla.
Parece que despeja, el viento afloja y voy a tener un trayecto en barco más tranquilo.
«El primer paso hacia la libertad es saberte capaz de conseguirla.
El segundo, no aceptar otra cosa.»
Un abrazo y felices fiestas,
Carles.
PD: ¿Cuál es el episodio más escuchado del podcast este año? Es uno de mis favoritos, el 171.