Vivir viajando: El relato de El Viajero

Lo conocí en la ciudad de León, una de las perlas coloniales de Nicaragua y la que dicen que es la ciudad más caliente de América Latina. Yo estaba traviajando, venía de hacer unas fotos a un hotel y busqué donde parar a comer. La calle estábamos a 39º centígrados y era insoportable estar al sol. Era un domingo y tuve problemas para encontrar mi sitio normal para comer en la ciudad de León. El Asados el Pelibuey estaba cerrado.

Con mi decepción por no poder comer mi plato de pelibuey –cordero de aquí- como de costumbre cuando visito la ciudad de León, mis piernas tomaron camino hacia la Catedral. Imponente y blanca de recién pintada, la luz que reflejaba te obligaba a buscar unas gafas de sol o arrugar la cara como si acabaras de chupar un limón.

Cerca de la catedral está el mercado, donde normalmente hay puestos de comida en la calle donde hacen un pollo asado muy rico. Aunque seguramente sea tóxico por los gases de los buses y taxis que pasan por esa transitadísima calle. Pero el domingo al mediodía estaba cerrado.

Menos mal que cerca había un comedor donde podías almorzar por 60C$ -el equivalente a 1,80euros-, en León, como es ciudad universitaria, sobran los sitios donde comer barato. Un plato con carne, arroz, frijoles, ensalada y un buen vaso de fresco. Hice fila y me senté; un filete de res con salsa jalapeña. Estaba rica la comida.

No llevaba ni cinco minutos en mi mesa cuando el viajero se sentó en ella. El local no estaba repleto, pero yo estaba en una de las mesas más frescas, comer solo siempre es aburrido y yo prefiero compartir el sitio, siempre que haya una buena conversación de por medio.

Así fue como conocí a Alberto, el viajero, un italiano que ronda los cincuenta años y que ha recorrido gran parte del mundo por su propia cuenta desde su adolescencia.

Actualmente vive en Camboya, aunque ha residido en Tailandia,  Laos, Inglaterra, las islas Canarias y se va a pasar cerca de un año por Nicaragua. Es un nómada, gana dinero por internet; no necesita un empleo.

Evidentemente, la charla fue suculenta. Su historia me pareció fascinante, le asaltaba a preguntas.

Después de almorzar, fuimos a una heladería, donde estuvimos hablando un par de horas más. Nos pasamos los contactos y decidimos que cenaríamos juntos, para terminar de matarnos a preguntas.

Qué bonito es viajar, sin tener que preocuparte del tiempo, sin tener que pensar en obligaciones. Donde puedes conocer a gente extremadamente interesante.

La cena fue en uno de los puestos de comida rápida del mercado, que ya estaban abiertos. Entre mucho humo y ruido, seguimos contándonos mutuamente las vidas. Y me di cuenta de que él estaba tan fascinado como yo lo estaba por su vida.

Viajando se conoce a gente interesante

Me preguntaba sobre fotografía, blogs e internet. A lo que yo le respondía con preguntas sobre Asia, vivir viajando y trading.

Y es que Alberto vive haciendo Análisis Técnico en bolsa. Tiene un pequeño capital que algunos días invierte al iniciar la bolsa. Abre cuatro o cinco posiciones, depende de cómo se siente de seguro y pone StopLoss para mantener el control del riesgo y algunos take profit por si puede ganar lo que espera, vender inmediatamente. También invierte en FOREX, en divisa y oro.

Yo apenas conseguía entender lo que me estaba contando, pero a base de preguntas y una posterior investigación por mi parte, entendí perfectamente el concepto de lo que él hace. Simplificándolo mucho:

“Mediante un previo análisis de las compañías bursátiles, decide donde va a invertir, tratando de adivinar las compañías que en aquel día van a mejorar sus posiciones. Los Stoploss son el máximo que está dispuesto a perder de su capital y los take profit son lo que considera una ganancia excelente por la inversión realizada”.

Como ya decía antes, no tiene una gran cantidad para invertir. Pero vive de ello desde hace tiempo y vive bien, sin preocupaciones económicas.

Después de la cena me tuve que marchar, había quedado con unos amigos de León para ir a ver una película en el cine, un lujo que normalmente no tengo al abasto.

el viajero

Pero quedamos en vernos más adelante, le invité a pasar por mi casa cuando fuera para el norte de Nicaragua. Me dijo que tenía ganas de ir a visitar el Cañón de Somoto.

Estas líneas las escribo tres semanas después de habernos encontrado esa primera vez en León, esta vez desde mi casa, donde vuelvo a disfrutar de sus charlas e historias que comparto con mi pareja. Y es que  hace dos días me contactó, estaba en la ciudad de Estelí, a unos pocos kilómetros de mi casa y a donde me dirigía al día siguiente para hacer una excursión a la reserva natural de Miraflor, iba a probar mi nuevo viejo 4×4 y sacar unas cuantas fotos de la reserva natural.

Le invité a acompañarnos y le ofrecí mi casa para pasar la semana santa, unos días en los que Nicaragua se colapsa completamente, el transporte pasa a ser inexistente y la mayoría de los comercios se mantienen cerrados.

El secreto de la libertad está en el gasto.

La gente tiende a pensar que necesita ganar mucho para poder vivir muy bien y es un error enorme. Si no controlas tu gasto, éste aumentará a medida que aumenten tus ingresos, con lo que siempre necesitarás ganar más para creer que vivirás mejor.

En cambio, si consigues vivir con un gasto bajo, con que ganes un poco más de lo que necesitas, serás feliz económicamente.

Reducir mi coste de vida es la base de mi plan hacia la libertad financiera. Es mucho más fácil conseguir ingresos pasivos suficientes como para vivir cuando tienes un coste de vida razonable.

Alberto paga $150 dólares al mes de alquiler por un céntrico apartamentito en León con todo incluido, va a comer fuera cada día, sale incluso más barato que cocinar, se mueve a pie o en transporte público y conoce ya cada palmo de la ciudad. Calculo que no necesita más de $500 dólares mensuales para vivir viajando.

Ganarse la vida y vivir como nómada digital.

Si trabaja, por la mañana hace sus análisis técnicos  y toma sus posiciones, luego revisa de vez en cuando que todo esté correcto. El resto del día lo vive como quiere, a un ritmo tranquilo.

Invirtiendo su dinero un buen día gana entre 100 y 200 euros. Un día extraordinario, puede llegar a los 350euros de beneficio. Y un mal día puede costarle unos 200 euros. Un día terrible, hasta 400 euros. Pero me asegura que tiene más días buenos que malos. En diversificar el riesgo está la clave, dice.

Solo necesita una conexión a internet y un ordenador o una Tablet, incluso con su móvil puede hacer los seguimientos necesarios. Además, dice que es imprescindible que le acompañe un buen café. Suele hacerlo con la pequeña cafetera que le acompaña. –Yo doy fe de que logra un café de primera con ella-

No necesita sentirse de un sitio, viaja acumulando historias, sin necesidad de pensar en un gran futuro ni una falsa estabilidad proporcionada por un empleo. No tiene ninguna prisa para conocer nada. Pasa el tiempo que considera pertinente en cada sitio y se mueve cuando el cuerpo se lo pide.

Le encanta charlar. Con nosotros lo hace en un castellano italianizado que puede resultar a veces gracioso, pero que entendemos a la perfección. Todo es “demasiado bueno” y cualquiera al que se refiere es un “tío o una tía”.

El viajero puede contar muchas historias

Tiene un reparto de historias muy variopintas y a cada cual mejor. Desde unos problemas en una pierna –con cicatrices incluidas- provocados por un mal torniquete después de una picadura de cobra en la selva de Indonesia, hasta asaltos de Guerrillas en fronteras de Camboya, pasando por encuentros con tribus apenas contactadas de islas del Pacífico o viajes alucinógenos después de consumir setas mágicas en un poblado de Tailandia.

Estos días hemos aprendido muchísimo, de yoga, de espiritualidad, de Asia y sus países, de medicina oriental, de cocina y de rituales tribales…

el viajero vivir viajando
Fotografía de Alberto, el viajero.

Me encanta encontrar gente tan interesante como él, y es todo un lujo tenerlo como invitado unos días en mi casa y poder compartir horas de charla. Parece que haya vivido varias vidas.

El viajero eterno es solitario

Casi todos los viajeros que he conocido al largo de mi vida son solitarios. Personas que viven una vida nómada y sin ataduras, de ningún tipo, si no, no podrían ser viajeros eternos.

A mi me encanta viajar, pero no creo que me vea así, solitario por el mundo. Me gusta tener una base, un sitio al que considerar un hogar. Donde tener algunas cosas.

Pasados cuatro días, el viajero reemprendió su camino, le ayudé a encontrar sitio en la isla de Ometepe, un paraíso Natural dentro del Lago Cocibolca, en Nicaragua.

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Ya somos más de 7.000 personas que nos dejamos de hostias y hacemos cosas.

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